En el corazón de la Selva Negra, rodeado de colinas cubiertas de viñedos y bosques frondosos, se encuentra Gengenbach, un pueblo alemán que parece sacado de un cuento. Conocido por su casco antiguo medieval perfectamente conservado y su atmósfera romántica, ha cautivado durante siglos a viajeros, artistas y cineastas. No es casualidad que este lugar fuera una de las inspiraciones visuales para la película “Charlie y la Fábrica de Chocolate”, dirigida por Tim Burton en 2005, donde la plaza principal y sus fachadas de entramado sirvieron de modelo para escenarios llenos de fantasía. Este y otros maravillosos pueblos mágicos los visitaremos en nuestro viaje de Semana Santa 2026 «Tesoros de Selva Negra».
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Gengenbach no solo es un pueblo histórico, sino también un escenario de ensueño que combina la magia de la arquitectura medieval con la belleza natural de la Selva Negra
El corazón de Gengenbach es su casco histórico, un entramado de calles adoquinadas, casas de entramado de madera y plazas que respiran siglos de historia. La Plaza del Mercado (Marktplatz), con sus coloridas fachadas y balcones floridos, es el centro neurálgico del pueblo. Allí se alza el Ayuntamiento, un elegante edificio barroco del siglo XVIII que en época navideña se convierte en el calendario de Adviento más grande del mundo, ya que sus 24 ventanas se iluminan y decoran, atrayendo a miles de visitantes.
Gengenbach fue un importante asentamiento monástico, y de aquel legado aún se conservan joyas arquitectónicas como la antigua abadía benedictina, fundada en el siglo VIII, y su iglesia de San Martín. El Museo de la Abadía ofrece una interesante visión de la vida monástica y de la evolución histórica de la región. Además, el Museo del Fasnacht, ubicado en el convento de las dominicas, muestra la tradición carnavalesca de la zona, una de las más vivas y coloridas de toda Alemania.
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El pueblo también cuenta con imponentes torres medievales y restos de murallas que recuerdan su pasado defensivo. Entre ellas destaca la Torre Kinzig, que durante siglos fue la puerta principal de entrada a la ciudad y hoy ofrece una panorámica preciosa de los tejados y el entorno natural.
Más allá de su patrimonio histórico, Gengenbach es un destino perfecto para los amantes de la naturaleza. Su ubicación en la Selva Negra lo convierte en punto de partida ideal para rutas de senderismo y excursiones en bicicleta entre viñedos, colinas y bosques. Los paisajes, que cambian con cada estación, hacen del pueblo un lugar de visita obligada tanto en verano como en invierno.
En lo gastronómico, Gengenbach es fiel a la tradición de Baden. Sus tabernas y restaurantes ofrecen platos típicos como la Flammkuchen(una especie de pizza fina con cebolla, nata y bacon), embutidos ahumados y, por supuesto, la célebre tarta Selva Negra. Todo ello acompañado de vinos locales de excelente calidad, especialmente los elaborados con la variedad de uva Riesling.
Gengenbach no solo es un pueblo histórico, sino también un escenario de ensueño que combina la magia de la arquitectura medieval con la belleza natural de la Selva Negra. Su vínculo con el cine lo ha proyectado al mundo entero, consolidándolo como uno de los destinos más encantadores y memorables de Alemania.